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Fiestas


Se tiene en Larva la costumbre de celebrar la festividad de Santa Lucía –el 13 de diciembre– encendiendo hogueras el día de su víspera en torno a las cuales se come y se canta, implorándole de esta forma a la santa que proteja los ojos y la vista de todos los larveños, costumbre ésta que se conserva desde los tiempos en que perteneció administrativamente a Cabra de Santo Cristo, villa en la que también se celebra esta festividad con el prendido de hogueras. Luminarias que habrán de encenderse también para San Antón –el 17 de enero–, en cuyas ascuas son asados los chorizos de la matanza, los cuales son comidos por todos con amor y compaña. Este ciclo de festividades donde se ensalzan los ritos del fuego culminarán en los días primeros de febrero con la celebración de la Candelaria –el día 2–, fecha en la que se prenden luminarias y en la cual ha sido tradicional que los niños acudieran a la iglesia con unos cestos en los que portaban unos roscos, unas ramitas de romero y llegado el caso también unos pichones con los que conmemorar la Purificación de María, con los cuales se evocaba el precepto de la ley de Moisés por el cual toda mujer que había sido madre estaba obligada a ofrecer un par de tórtolas a los sacerdotes del Templo de Jerusalén. Estas hogueras de la Candelaria lucirán hasta la celebración de San Blas –el día 3 de febrero– cerrándose así el ciclo festivo del fuego. 

Festejo grande es el que se habrá de celebrar para San Marcos –el 25 de abril–, en el que toda la población es invitada a participar en un “refresco” que se celebra en un gran salón de la localidad. Estas fiestas de San Marcos, que es tenido como copatrón de la villa, habrán de durar tres días, celebrándose el 26 –segundo de los festejos– la conmemoración del aniversario de la coronación de Nuestra Señora de los Dolores, patrona de Larva. 

El ciclo festivo se cerrará con la Feria, que tiene lugar durante el primer fin de semana de agosto y a la que asisten muchos hijos e hijas de Larva que en su día emigraron a otros lugares de la geografía hispana. Son dedicadas a San Pedro, bajo cuya advocación se encuentra la parroquia y la propia villa, y su fecha de celebración ha ido cambiando con el tiempo, desde el día propio del apóstol –el 29 de junio–, pasando luego a Santiago –el 25 de julio– y quedando definitivamente en los primeros días de agosto. Curioso es el motivo por el que se efectuó el primer cambio de fecha, de finales de junio a finales de julio, debido sobre todo a que antaño por San Pedro estaba todo el grano cosechado, la mies en las eras esperando ser trillada, formando la paja grandes parvas que ante la profusión de cohetes que se lanzaban en honor del santo patrón, en más de una ocasión salieron ardiendo, perdiéndose con ello parte de la cosecha. Fue este motivo esgrimido por el que comenzó a celebrarse la feria cuando las faenas de la recolección de los cereales estuviera concluida y el grano a buen recaudo, amén de buscar una fecha más propicia para que pudieran acudir los larveños ausentes.




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