Historia

Las tierras de Larva están pobladas desde la prehistoria más antigua, un poblamiento auspiciado por su localización cerca del Guadiana Menor, en la vía de comunicación que unía el Alto Guadalquivir con Levante.

A un kilómetro del casco urbano se encuentra el asentamiento ibérico de Cerro de Castellón, fechado entre el siglo II y I a.C. Se trata de un recinto fortificado situado en la parte superior de un cerro aislado en medio del llano, que continuó ocupado en época romana. 

En época árabe se identifica este lugar con el topónimo Ullaraua, que hace referencia a la celebración del “mercado de los miércoles”. La ubicación de Larva en una amplia llanura, y cerca de la vía que unía el Alto Guadalquivir con Levante, podría corresponderse con el lugar en el que se celebraba el mencionado mercado. Muy cerca de este emplazamiento se encuentra el castillo-refugio del Tejar de los Moros, por lo que lo más probable es que Larva fuese una pequeña alquería dependiente de este hins. 

Desde el siglo XIII Larva tuvo una vida muy ajetreada en la frontera castellano-nazarí, jugando un papel importante en el control de las algaradas, que a través del Guadiana Menor llevaban a cabo tanto los musulmanes como los cristianos, asentados estos últimos en tierras del Adelantamiento de Cazorla. 

Hasta 1836 Larva perteneció a Quesada; en la mencionada fecha los vecinos solicitaron a los propietarios y hacendados de Cabra que tenían fincas en su término, que les concedieran ciertas ventajas para decidirse a pedir a las autoridades superiores la separación de la aldea y de su término del municipio al que pertenecían y su agregación al de Cabra del Santo Cristo. La dependencia como aldea de este último municipio duró casi un siglo, hasta 1924.


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